Sobre los misterios de la larga agonía ante el gran Momento. ¿Por qué llamar Muerte a los estados de transición? Para mí la muerte sería aquella que se produce de modo repentino, aquella que no estaba prescrita,… aquella que es determinada por actos ajenos,… aquella que es ejecutada por quienes no Tienen Permisión para ejecutarla, y, sin embargo, la ejecutan creyéndose el baluarte justiciero de dios mismo (dios en minúscula, porque estos que se creen brazos ejecutores de profetas y dioses, no es al Creador a quien persiguen sino que lo odian y lo repudian hasta lo más profundo de sus células). Quizás esto, para mí, signifique la muerte: algo que irrumpe donde no debiera de haberlo hecho. Se sesga algo que no debía de haber sido sesgado en ningún aspecto. Léase en todo esto a todo y a todos aquellos que ejecutan muertes y matanzas en nombre de lo que sea. Léase en todo esto, también, aquellas muertes que cumplimentan unas leyes de “supervivencia”, porque es muerte todo aquello que rodea la predación innecesaria de todo lo vivo. Incido de nuevo en el Maestro: “¿Cómo si no podrían comerse aquello que está vivo, si antes no está muerto?” Esto, creo recordar, pertenece a uno de sus Evangelios Apócrifos. La Enfermedad, cualquier tipo de enfermedad, en verdad que representa un gran misterio, y no DEBIERAN dejar de lado este aspecto los sanaenfermos, los intermediarios de la salud, los ejecutadores-libradores de cualquier mal a través de cualquier medio físico: quirúrgico, farmacológico, químico y cualquier “terapia” que procede a erradicar, según parece, cualquier tipo de mal, salvo aquel que tienen prescrito que no pueden erradicarlo, por desconocido. Existe en la Enfermedad un Tamiz infinito de factores que inciden para que un ser humano (ahora sólo me remitiré a nuestra especie) caiga enfermo. Ya sabéis: factores endógenos, factores externos, factores psicológicos, factores energéticos, factores culturales (pues claro que sí), factores hereditarios, factores ¿por qué no? fantasmagóricos o de vampirismo energético, factores contaminantes, factores basados en los lugares geológicos, factores de intercambio con cualquier otro ser humano o ser vivo, factores climatológicos, factores kármicos, factores de desequilibrio de todo tipo, factores de malformaciones heredadas o adquiridas, factores disfuncionales, factores de estrés, factores de desconocimiento interno, factores alimentarios, factores químicos, factores de contagios, factores de ego (la enfermedad como reclamo inconsciente o subconsciente); factores desequilibrantes de todo tipo de elementos que se consumen a través de boca, de piel o de agresiones por parte de quienes pretenden “arreglarte” la careta o el escudo físico, etc., etc.,… y etcétera. En realidad es tan delicado el aspecto de la salud que nos espantaríamos, como seguramente muchos andan espantados de sus propias enfermedades y desequilibrios; como seguramente muchos se espantan cuando, de un día para otro, caen enfermos sin remisión, sin vuelta atrás; como seguramente muchos se espantan cuando se dan cuenta de lo terriblemente frágiles y vulnerables que somos. Y… mientras, a darle caña, porque ESTO AGÜANTA (con diéresis incluida, que da más efecto). Es decir, algunos se creen tan invulnerables que hacen todo lo más cojoneramente posible para “probar” cosas que les van a destrozar, más a la corta que a la larga, y sin vuelta atrás. No voy a tocar este último aspecto, porque es algo carente de sentido, porque es algo inducido voluntariamente, con lo cual aquí no valoro lo de la Enfermedad como misterio. Me gustaría que reflexionaseis sobre el sentido de la Enfermedad, en sus miles de aspectos, que, sin duda, vamos adquiriendo a lo largo de nuestra corta vida. Cuando hace algún tiempo ya se empezó a aceptar lo de “psicosomático”, muchos cayeron en el terrible error de que cualquier enfermedad puede ser corregida porque es de origen psicosomático. Nada más lejos de la realidad. Al mencionar “psicosomático”, también incluyo el aspecto que rodea la vida social de cualquier ser humano, con sus terribles carencias y desperfectos, que como cualquier objeto sometido a la intemperie, sufrimos, eso sin lugar a dudas. Pero no todo es de origen psicosomático, no todo es por contagio, no todo es por error básico o múltiple. No. La Enfermedad cuando se adquiere no sólo posee un aspecto o un camino. La Enfermedad, muchas veces, y eso lo sabemos, es un Stop obligado al que nos somete nuestro cuerpo para que paremos en algo que estamos haciendo mal. El cuerpo necesita que paremos. El cuerpo necesita Sanarse. Pero como réplica a esto lo que hacemos es algo totalmente contrario: engañamos al cuerpo como a una máquina, porque no soportamos estar enfermos. No queremos someternos a los parones de la enfermedad, y menos en una sociedad como esta donde cualquier cosa proveniente de la Madre Naturaleza es ni más ni menos que menospreciada y hasta vista con asco, con temor, con angustia,… en fin… algo que debe quedar lejos de nosotros, algo que debe quedar tan lejos como la misma muerte, que la mayor parte de las veces es considerada un “accidente”, o como algo mecánico: “a todos nos llega la hora”, sin querer entrar en más trapo. La Enfermedad, su lenguaje debe ser estudiado desde cada individuo que la padece. Al padecerla debemos examinar como esos investigadores dónde estamos “pecando”, dónde está nuestro error de todo tipo. Los errores pueden ser múltiples o casi, por qué no, infinitos. Es necesario ir paso a paso como un investigador, hasta averiguar qué es lo que nos está pasando y cuál es el aviso y la señal que pretende comunicarnos nuestro Cuerpo. Pero a veces, la Enfermedad, tan siquiera tiene uno de esos lenguajes externos que nos envuelven y nos modifican con demasiada masividad, hasta incluso pretender terminar con nosotros. A veces el lenguaje de la Enfermedad es algo, puede ser algo kármico, algo que debemos vivir hasta que no hemos resuelto el lenguaje primario de la detención física. A veces el lenguaje de la llamada Enfermedad, puede ser, sin más, el parón al que nos somete no sólo nuestro cuerpo físico, sino nuestro Cuerpo Espiritual. Quizás este sea el lenguaje más inaccesible. Quizás este sea el lenguaje donde nunca nos detengamos porque no creemos, a priori, que nuestro Espíritu nos puede estar parando a través de nuestro cuerpo físico, enfermándolo. Es tan profundo todo esto que me gustaría que reflexionaseis al respecto. Porque, también, y a decir verdad, tenemos otro Motor muy potente, muy potente. Un motor que, hasta incluso, nos impide “caer enfermos”, aunque sepamos que podemos hacerlo. Este motor está ligado a las energías Cósmicas, a la Consciencia de nuestro Yo Soy con el Todo. Este motor siempre estará en marcha hasta que hayamos cumplido todo lo que hemos venido a cumplir como Caminantes en este plano. Desde luego nuestros pies no van a ser elevados cada vez que vayamos a caer por un precipicio, aunque alguna vez así lo hayamos sentido, sabiendo que ha habido alguna intervención “externa” que nos ha salvado. Esto tampoco es siempre así, por muchos supermanes que vayan por ahí con sus bólidos a más de 200 km, por muchos supermanes que pretendan salir volando en ala delta, por muchos supermanes que se cuelguen de una cuerda para practicar eso que se llama “puenting”. En fin, supermanes hay de todas las especies, y, a buena fe que sí, que realmente vamos a ser “salvados” hasta que nuestra hora no llegue, en muchas ocasiones, pero es más humilde admitir que no estamos a salvo de nada y que debemos cuidar nuestro cuerpo que es nuestro Templo, que él sí que es Perfecto, por muchas bazofias que le metamos o por muchas insensateces que hagamos de él y con él mismo. Demos pues el abrazo a cualquier Enfermedad que nos tenga bien abrazar porque de ella aprenderemos. DEBEMOS APRENDER DEL LENGUAJE DE NUESTRAS ENFERMEDADES Y LIMITACIONES. También debemos aprender a saber morir, llegado el gran Momento. Sí, desde luego, lo que más asusta es el mismo sufrimiento, la larga agonía, el largo sufrimiento. Muchos desearíamos partir ya a través de eso que llaman eutanasia. Tengo que admitir que, para mí, la eutanasia sólo tiene un valor: evitar el sufrimiento extremo que un ser vivo pueda llegar a sufrir, por ejemplo, en un accidente terriblemente traumático. Pero tan siquiera ahí, tal vez, porque tal vez baste con administrar drogas lo suficientemente potentes para evitar el re-conocimiento del destrozo y evitar sentir ese terrible dolor. Y, quizás, tan siquiera ahí, ya que la Madre Naturaleza se encarga, en muy poco tiempo, de desconectarnos de ese terrible sufrimiento a través de la pérdida de la consciencia. Dicho esto, quizás estoy poniendo en entredicho eso de la “eutanasia” por “compasión”. Pues sí. Pongo totalmente en entredicho eso de la “eutanasia”. Es más, creo que cualquier ser vivo tiene que tomar su “tiempo” para darse cuenta que va a abandonar este plano. Es más, creo, firmemente, y por cosas que he vivido personalmente, que el padecimiento que, a veces, nos parece prolongado, no viene ni más ni menos que como una Secuencia Kármica. Cuando un ser vivo ha “vivido” muchas vidas, vidas las cuales han sido arrebatadas violentamente a través de la muerte, llega, tendrá que llegar Su Momento, en una Vida, donde tome consciencia de su trasvase etérico: es decir, tiene que tomar la conciencia de que está abandonando su Cuerpo para integrarse en el etérico y así, quizás, poder escoger qué otro tipo de Vida podrá o querrá Vivir una vez desintegrado su cuerpo físico. El poder de Esta Consciencia, debe ser respetado y Amado totalmente. Claro: nosotros “sufrimos” más que quien está sufriendo, paralelamente nos parece indecible e invivible este nivel de “sufrimiento”, pero es que el Ser que está en Tránsito necesita, por fin, poder Despedirse de su nivel o plano donde ha estado viviendo, y lo que para mí ya es tangible y admitible: poder despedirse con conciencia, conscientemente, de su cuerpo, sin que nadie interfiera en el viaje, sin que nadie le obligue a viajar “violentamente”. Sin que nadie más convierta su vida en muerte. Porque los Viajes los hacemos todos los seres Vivos y todos tenemos que Experimentar como el único Yo Soy, toda nuestra vida biológica, a todos los niveles, para ello nos fue Regalada. No nos fue dada para sernos arrebatada en nombre de absolutamente nada. Es el lenguaje perfectamente Secreto de las Cosas: entre ellas la Enfermedad (superable o no) y el Abandono Físico, que aquí, desgraciadamente todavía, llamamos muerte.
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Quizás un último apunte sobre nuestras enfermedades: Debemos aprender de aquellos que están y que han estado en contacto con “ellas”, es decir, con los profesionales que se han atrevido a ir más allá de sí mismos y de “ellas”: las enfermedades. Cada “enfermedad” es un cosmos único, porque un cosmos único es su portador. A veces el lenguaje más simple de la Enfermedad sea ése: debemos dejarla ir, debemos olvidarla. Dejemos de recordar que nos invade, porque si tenemos siempre presente esta presencia, entonces nos convertimos en víctimas de un enemigo que es la enfermedad misma. Quizás la Enfermedad represente un único y humilde lenguaje: NO DEBEMOS SER ENEMIGOS. De hecho, siempre estamos invadidos y rodeados de cosas tan extrañas que son ellas las que nos TEJEN, por tanto somos un puré de cosas extrañas: enfermedades entre ellas. Es decir, unos somos capaces de ser portadores de genes, bacterias, virus y demás cosas extrañas que a otros, con toda seguridad, lo demolerían en cuestión de un par de horas. Quien es capaz de convivir con toda esta amalgama, es capaz, aparentemente, de estar sano. Y es que eso de estar “sano”, es algo totalmente subjetivo. De hecho no estamos sanos nunca, pero podemos tener un buen Estado que nos invita a una Armonía en la Vida. De hecho, jamás somos LOS MISM@S: atómica y subatómicamente vamos modificándonos a cada segundo de nuestro “tiempo”. Son esas cosas Extrañas que forman nuestro Cuerpo Físico, las que como en un auténtico cosmos, configuran nuestro “estado”, nuestro armazón físico. Quizás también esas cosas Extrañas, auténtico cosmos biológico, son las que son o pueden ser capaces de que estemos inmersos en extraños mundos de cambios de estados de ánimo. Quizás quien sucumbe porque no lo entiende, da paso a una serie de enfermedades, que, ¿por qué no?: pueden ser el reflejo de nuestra intolerancia y de nuestro miedo inconsciente a vivir de forma biológica, a vivir de una forma energética diferente: la transformación de la energía pura de la que venimos a un estado donde dependemos no sólo de nuestros cosmos particulares, sino de todos los cosmos que nos rodean, visibles y no visibles. Quizás esta Vida biológica exija de nosotros la Humildad de saber que estamos formando parte de toda esta Eterna transformación. Dentro de ella, quizás ser sabios y no dejarnos aplastar por el dolor físico de las alteraciones y dejar penetrarnos por la sabiduría de saber “observarnos” y saber cómo, por dónde y hacia dónde nos dirigen ciertas cosas, entre ellas las enfermedades, es un paso a saber ser “dioses” de nosotros mismos. Dioses de nosotros mismos al saber hablar sabiamente a nuestro cuerpo. Dioses de nosotros mismos al saber escuchar con sabiduría el lenguaje de nuestro cuerpo. Cuando inter-conectamos, resulta que nos inter-comunicamos con todos los factores, ríos y lenguajes de los que somos o podemos ser capaces de descifrar. Es entonces, cuando, quizás, eso que llamamos Enfermedades, dejen de llamarnos la atención para seguir su camino y diluirse sin más.
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Como corolario a todo esto y también como observación desde mi experiencia vital y personal, tengo que testificar que, por ejemplo, en los animales, las enfermedades pueden darse como consecuencia de un alto grado de estrés o de un estrés que podemos calificar de subjetivo por no haber violencia, estrés que puede no sólo ser físico sino sutil y psicológico, un estrés no perceptible desde nuestro punto de vista. Ellos, que no llevan tantas matemáticas como nosotros, o sea que no están tan “evolucionados” ¿?, resulta que pueden mostrar enfermedades de un día para otro. Resulta que cualquier alteración en su ambiente que puede no ser negativo (aparentemente y según nosotros) sino, simplemente, de cambio, pueden mostrar fieros tumores, perder el apetito, perder la alegría, coger diarreas severas, vómitos, alteraciones en el carácter mostrando tristeza y apartamiento, leishmaniosis graves, tumoraciones purulentas, etc., etc. Esto que se trata en veterinaria y al cual no le damos mayor bandera de atención, resulta que es un Reclamo Sin Voz y muy Urgente: el animal NECESITA AMOR A RAUDALES. Cuando a un animal que se encuentra en algún estado de alteración o dolencia, lo cogemos, lo abrazamos, estamos pendientes de él con una mayor constancia y sensibilidad, incluso lo hacemos acostar a nuestro lado o a nuestros pies y lo abrazamos: resulta que el Animal Sana, se recupera, sea lo que sea que lo haya estado alterando. Si recibe atención veterinaria, lo mismo que si es sometido a una intervención: La Recuperación se acelera cuando recibe nuestro Amor; no se trata de tener ahí al animal en un rincón y que se recupere, porque sí, seguramente se recuperará, pero la llamada S.O.S. ha sido la enfermedad o la alteración o el shock. Atender a esa llamada correctamente significa que atendemos a su Alma, que no los dejamos solos, que los cobijamos con todo nuestro cariño. Esto, para mí, es suficiente para Entender que, al igual que ellos, nuestros hermanos Animales, nosotros también estamos escaso de eso mismo: el Amor. El Amor incondicional que debemos recibir todos, que deberíamos recibir absolutamente Todos, y esto no sólo es extensible a quienes están más cerca de nosotros, sino que va más allá de esos lazos. Alguien dijo una vez que las partículas subatómicas presentan una particular circunstancia donde se podría constatar el poder de cualquier Magia: y es que cuando una partícula es afectada lo es ya para siempre, y que una partícula afecta a otra… Todo eso queda en su “memoria” y afecta al resto de partículas, estén donde estén, cerca o a grandes distancias.