Archivo diario: 7 de marzo de 2015

La atemporalidad y la Mente Cosmogónica

Vivir sujeto al Tiempo es vivir en la línea recta temporoespacial, donde vamos dividiendo nuestras etapas-vida en base a los “años” que vamos consumiendo.

Como seres humanos estamos sujetos a la modificación de nuestros esquemas físicos(*) externos e internos. Estamos Programados por la Madre Creación para que “suframos” esos cambios.

Estos cambios son las programaciones precisas con que nos insufla la Madre Naturaleza, a fin de que cumplamos nuestra Parte en toda la génesis de la Creación. Muchos quizás se sientan engañados, traicionados, no sólo por la Naturaleza, sino por lo que casi todos denominan “Dios”. Muchos seres humanos se van de este plano sintiéndose totalmente engañados y pensando que han colaborado en un teatro estúpido donde toda su vida ha carecido de Sentido.

Traspasar el umbral de las Edades físicas es llegar a la Mente Cosmogónica. Muchos han nacido o han venido a manifestarse en este plano con la Consciencia de ser eso: mentes cosmogónicas, y en ell@s la a-temporalidad ha estado siempre presente. Han sido embriones, bebés, y, al llegar a la etapa de la conciencia del “yo” desde muy pequeños se han sentido como envueltos en eso: una especie de traje que no les corresponde ya que la mente cosmogónica no tiene Edad… pertenecen a las Consciencias del Yo Soy, Soy Uno en el Todo,… saben (inconscientemente, intuitivamente) que el traje les queda pequeño. Son Seres que han nacido plenos y que han venido a Vivir y a Experimentar lo que se les ofrece en este plano o mundo-Planeta. Es probable que se les llamen las Almas Viejas, Espíritus Sabios… Desde muy pequeñ@s se han mostrado, o los han visto los demás, como distintos, como especiales o como “raros”.

Si algunos de estos seres se ven atrapados y envueltos en las redes de la mundaneidad, es probable que terminen por no llegar a tener Consciencia plena de lo que Son, o del Yo Soy, entonces se produce un proceso de autoeliminación donde el Ser no se siente bien donde le ha tocado vivenciar, y a partir de ahí podemos imaginar cualquier salida, cualquier desbordamiento irracional al no haber correspondencia del Yo Soy con/en el “mundo” o red-malla que les envuelve.

Si, por el contrario, logra tomar Contacto con Sí Mismo, es decir, si logra Despertar y conectar su Yo Soy con la red-malla identificando perfectamente cada límite entonces se convierte en el Buscador que le llevará a Saberse a Sí Mismo. Conectará su Vida-Lineal con su otra Vida-Atemporal y podrá ser Consciente no sólo del Yo Soy, sino del Todo y, a partir de entonces, será todo un intercambio que le irá permitiendo extraer toda su “otra Información”, y esa “otra Información” será dada al resto de red-malla en ese intercambio permanente.

Muchos de estos Seres se “distinguen” por manifestarse como Sabios o con una gran sabiduría. En otros, incluso, se puede denotar físicamente ya que al no existir la conciencia de las edades lineales, lo que predomina es la Atemporalidad de su Energía, de su Yo Soy con el Todo.

Lo más seguro es que, también, observemos que estos seres, prácticamente carecen de enfermedades físicas. De hecho, las enfermedades como invasiones que pretenden distorsionar el Yo Soy, son detectadas y corregidas por el mismo Ser.

Existe, también, en muchos de estos seres, la conciencia de que les va a ser difícil, si no desenvolverse en la mundaneidad, sí conectar y corregir el choque entre los dos planos: el físico y el Espiritual de donde proceden conciencialmente. Transmitir lo que no es “visible” en este plano totalmente físico es tarea bastante dura. Y es dura, sobre todo, porque la mayoría de los seres humanos parten de esquemas muy rígidos y prácticos, hasta legislados socialmente; esquemas donde se unen grupos de humanos que viven un tipo de directrices y que forman “colectivos”. Estos colectivos, de hecho, se crean para defenderse de “aquello que no conocen” y que por lo tanto puede desestabilizar los patrones esquemáticos y físicos donde se desenvuelven. Es el temor a “pensar” que, en “realidad”, no somos lo que pensamos que somos. Es el temor a “creer” que más allá de nuestras vidas físicas, hay otro tipo de existencia o “vida” no biológica. Es el temor a verse totalmente diluidos, sobre todo, de la forma física en la que están diseñados. Es el temor a “saber” que no sólo nosotros, sino absolutamente todos los seres (animados e inanimados) poseen una Inteligencia Sagrada. Es el temor a “pensar” que somos meros muñecos en manos de un Dios que es algo más que eso, porque llamarlo Dios es hasta limitarlo. Dios, esta palabra tan coloquial, se nos escapa. No hablemos, entonces, de los distintos “dioses” que existen para cada una de las distintas religiones o creencias, no sólo de ahora, contemporáneas, sino los miles de dioses identificados a lo largo de todo lo que podemos conocer, mínimamente, como “historia” conocida. Es el temor que la gente arrastra a saber que ha habido o han podido haber otras civilizaciones y humanidades más allá de donde el tiempo lineal nos han descrito los estudiosos de los tiempos antiguos en sus (ahora) conocidas etapas.

El temor a todo esto, incluso a más, nos ha llevado como sociedad, o conjunto social, a crear y a creer unas normas-patrón que (supuestamente) han de ser las que han dado o han de dar la “seguridad” a todo nuestro colectivo. Así, estamos acostumbrados a escuchar que una persona que haya fallecido o muerto a los 80, 90 o más años, ha tenido una larga vida, que ha vivido mucho, y que la memoria, allí hasta donde le haya alcanzado, ha tomado parte en la historia misma de la humanidad. Es más, estos patrones solidificados son los que han hecho tratar a los seres humanos esquemáticamente a lo largo de sus “edades” físicas. Estos patrones son los que hacen, por desgracia también hoy temporalmente, a que tratemos a los niños como a unos totales inconscientes; a los jóvenes como a esos atolondrados que no saben lo que quieren; a los maduros como a esa gente que le corresponde “ya” hacer ciertas cosas que todos los demás hacen; a los postmaduros como esa gente que ya tendría que “saber lo que hace” y, sobre todo, que, entrando en declive, ya tienen que ser la tinaja de todo tipo de dolencias físicas y quejares de todo tipo; llegando ya a la ancianidad donde, no considerándolos como a seres sabios que han vivido un tiempo largo, se les trata no menos que como a gente chocha y que delira, que no sabe dónde tiene el norte y que empieza a caérsele las babas, toda llena de recuerdos, toda llena de enfermedades, dolencias, pastillas, y a los que pronto habrá que enterrales y quitarles de en medio de entre los vivos, más jóvenes, porque molestan.

La lucha de las edades físicas es un pasto muy abundante, crecido gracias al abono de una ignorancia absoluta y de unos comportamientos que llevan a que todos los colectivos actúen e interactúen entre sí en base a unas normas, bases y etiquetas de todo tipo. Eso sí, también debemos, por lo visto, de dar gracias a unos grandes cerebros que contribuyeron, en su tiempo, no sólo a clasificar-nos en las edades y en los comportamientos mismos, sino a clasificar-nos totalmente basados en la ignorancia más absoluta de todo lo que Somos o podemos Ser, no permitiendo que el ser humano Sea, sino que se doblegue a la linealidad, temporalidad y parquedad de los conceptos clasificatorios.

Dicho así esto, sí, desde luego estamos atrapados en la red-malla del tiempo lineal. Cualquier cosa que pretenda traspasarla debe ser aniquilada, menospreciada o minimizada, para que el resto, ignorante de la gran Atemporalidad del Todo, no se redescubra a sí mismo como el Yo Soy en el Todo. Es más, debemos agregar que pretenden alargar las edades lineales con “grandes” descubrimientos… bueno, ya estamos viendo los resultados de muchos de estos grandes descubrimientos como cirugías, drogas, operaciones, trasplantes, etc., etc., hasta llegar a una de esas grandes fases que pretenden implantar (en algunos sectores, p. ej.: militar): los ciborgs o seres medio biológicos medio robóticos… sin comentarios.

Si somos capaces de traspasar la línea temporoespacial y admitir que todos somos seres a-temporales y que al ser Espíritus-Energía, cada uno con su carga de conocimiento o de hambre de conocimiento, entonces romperemos la esquemática situación biológica de las “edades”. La reverberación de la existencia, entonces, será inversa: ya no estaremos condicionados a la red-malla, sino que fluiremos de dentro hacia fuera y, en armonía con nuestro cuerpo físico, nuestro Yo Soy podrá interactuar con entera libertad con el Todo que nos envuelve. Traspasaremos, entonces, hasta etapas cósmicas (para muchos inimaginables) donde estaremos, de forma “real”, viviendo más allá de nuestras posibilidades biológicas. Viviremos más “tiempo” biológico porque será la Consciencia del Yo Soy la que predomine, influyendo, fluyendo con la red-malla que nos envuelve. Esta red-malla que ahora nos limita realmente, nos aprieta y hace que todo lo que en este planeta fluye, abarque más allá de esta dimensión. Sólo en este libre fluir podremos inter-conectarnos con otras dimensiones o esferas. Sólo en este libre fluir podremos Vivir Conscientes e interconectar con lo impensable, incluso realizar lo que hasta ahora, muchos, denominan como “utopías”. En el Reino de la Creación ¿qué hay de imposible?

* *** *

*¿Por qué esquemas? Porque somos sólo como una especie de patrón-dibujo espacial tridimensional que se va autoprogramando, retroalimentando y retroaniquilando en la forma en que “vivimos” y nos intercambiamos con todo nuestro exterior. De hecho, somos las “máquinas” perfectas de la Creación, y que sólo de nosotros depende nuestro traje espaciotemporal o nuestro esquema primigenio. Se puede decir que la coraza áurica que nos envuelve es la que permite que no nos diluyamos con/en el resto de los átomos y partículas que nos envuelven y que pertenecen a las demás entidades físicas o no, con movimiento o no, y el resto de partículas y átomos cósmicos. Se trata, por tanto, del esquema-patrón de nuestro ser vivencial y a partir de él nos vamos modificando. De hecho tenemos tantos rostros y cuerpos físicos como nos atrevamos a imaginar. Los más usuales o comunes son lo que aquí denominamos como las “edades” del cuerpo físico. Nos vemos como embrión -> bebé -> niñ@ -> adolescente -> joven -> adulto -> adulto -> madur@ -> postmadur@ o preancian@ -> ancian@ y llegamos al final (quien consigue superar todas esas etapas): cuerpo cadáver.

El Ojo de Uno Mismo

No hay Juicio del Creador. Para nuestro Creador todos somos iguales, no importa si superhumanistas, si supercerebros, si superladrones o supercriminales.

Si hubiese Juicio del Creador, inmediatamente unos serían subidos a pedestales superiores, les serían concedidos infinitud de privilegios,… mientras que el resto serían enviados al estercolero del olvido eterno.

Si esto fuera así, la envidia, hasta en las almas descarnadas, sería la batería energética que las recargase o descargase permanentemente, confrontando Más Allá a millones y millones de almas.

De entre los miles o millones de visiones, percepciones y hasta de visualizaciones “físicas” que hemos venido teniendo las Almas humanas a lo largo de nuestra historia, creo que para nada se ha mencionado que haya existido, precisamente, esa guerra entre espíritus “superiores” e “inferiores” (no entro aquí entre si ángeles o demonios, esto lo explico al final)*. Sí ha habido visualizaciones de ejércitos celestiales, pero esto corresponde a grabaciones akásicas de los feos acontecimientos históricos, nada tienen que ver con luchas o guerras entre espíritus o almas descarnadas.

Lo “normal” es que esas almas aparezcan solitarias… porque buscan los hilos por donde están perdidos, como en el laberinto de Ariadna. Están en la oscuridad y aprovechan para manifestársenos o para manifestarse deseando que su sufrimiento sea aliviado.

Nuestro Creador no ignora todo lo que ha acontecido a las Almas en sus encarnaciones o reencarnaciones. Quien sufre su propio Juicio somos nosotros. Nuestro Yo inferior, el que está en contacto con las vibraciones más directas o dimensionales terrestres, el que está preparado para afrontar todo el dimensional envolvente, cuando yerra o cuando no encuentra los caminos adecuados que le liberen de las batallas internas, se carga de energías vibracionales negativas. Se produce entonces un auténtico enfrentamiento en nosotros, como si fuésemos dobles o duales. Es la batalla eterna del yin y el yang. La batalla eterna entre el bien y el mal.

Pero esta batalla eterna de bien y mal es totalmente subjetiva, logrando enraizar en nosotros como si fuese totalmente real. Logra esta batalla crear auténticos monstruos cuando en nuestros “Yoes” triunfa la parte negativa. Es capaz incluso de dejarse vencer por otros “yoes”, y negando su propia integridad-unicidad como ser genuino y único, permite que sean otras energías quienes le conduzcan o alteren en su manifestación como Ser Vivo.

Puede entonces, incluso, convertirse en auténtico artífice o arma proyectiva de su Yo inferior que comparte con otros “yoes” inferiores esa vibración y así se manifiesta como “elemento” perturbador o causante del mal en su entorno. Exterioriza todo el mal que considera que ha sido el que ha vencido en su propia batalla interna. No encontró el camino adecuado.

Lo más grave, y ahí es donde está nuestro Creador, es que quienes le rodean han creado las circunstancias que le han impulsado a que esa vertiente domine, no ha encontrado el cauce para la Armonía. Como si quienes no han encontrado el Equilibrio ni su Luz, no deseasen que los Demás la encuentren, impulsando así a los demás al mismo precipicio de oscuridad.

Nuestro Creador sabe –porque está dentro y en todas las moléculas de nuestro cuerpo dimensional–, todo lo que nos ha sucedido. Esto es lo que hace que no seamos Juzgados sino contemplados desde el Ojo de su Corazón. El Corazón de Dios. El Ojo de Dios.

La angustia del ser vivo en guerra o batalla la vive también nuestro Creador. Siente Compasión. Siente que lo que el Ser está sufriendo es una distorsión, de la cual su Criatura es, generalmente, inconsciente. El Despertar de la Conciencia hacia la Consciencia Superior o Cósmica será lo que nos enlace y nos de la Armonía y nos abra hacia la única vía de Realización: el Amor Incondicional.

No existe, pues, Juicio. No hay cielo ni infierno. Sólo esas puertas vibratorias dimensionales de distorsión o de apertura viven en nuestro interior. Somos nuestros propios jueces.

Es por ello por lo que es totalmente necesario que JAMÁS proclamemos abiertamente ni mentalmente ningún juicio o pre-juicio hacia o contra los demás. Tampoco hacia nosotros mismos. Es totalmente necesario que dejemos de establecer BATALLAS entre el bien y el mal, porque si no somos capaces de encontrar las vías de Liberación, probablemente sean los demás quienes nos ejecuten o nos lancen hacia uno u otro sentido.

Nuestro Creador no desea que seamos los muñecos de los demás. No debemos poner nuestra Vida Única en manos de los demás, ya que todos somos Únicos. Hemos sido creados para percibir la Totalidad de la Armónica Creación. Aquí no se libran batallas, aquí no hay decantamientos, aquí no existe ni el mal ni el bien. La Energía Superior de quienes han trascendido es eso: ENERGÍA “DIVINA”, energía que se manifiesta como Manifestación directa del Creador.

Generalmente no estamos preparados para percibir esa energía Superior que viene manifestada en esos Seres que han escogido ser las más directas revelaciones de lo que nos espera en otros planos, donde ya no vamos a ser “cuerpos físicos”.

Esas revelaciones o indicadores o guías las podemos interpretar como Ángeles, como Espíritus, como Energías Descarnadas Superiores, Vírgenes (todas ellas ligadas a la Madre Creación),… como “dioses”… o… o como seres dimensionales de otros planos… y ¿por qué no?, hasta de extraterrestres.

Muchos de vosotr@s que ya sois conocedores y sabéis sobre las ECM (Experiencias Cercanas a la Muerte), donde el experimentador-a viaja o tiene acceso a la entrada de esos otros planos. Cuando regresa, cambia radicalmente de forma de “vivir”. El materialismo pasa a un segundo plano. El ser humano que experimenta esos pasillos sabe que va a ir más allá de sí mismo una vez abandone su cuerpo físico.

Pero… pero, también se han dado y se dan los casos de seres humanos que en vez de encontrarse con pasillos de Luz, se encuentran “directamente” en el “infierno” mismo. Al regresar al plano existencial tras esa experiencia, también sufren un radical cambio en su “vida” material. Es consciente, entonces, de que debe cambiar al cien por cien su vida. Que su forma de vida material es totalmente errónea y a partir de ese momento experimenta la Vida de una forma totalmente opuesta. Su Yo Superior, su parte Divina, su Creador a través de ese pasillo de terror le ha avisado de que no “cree” más infierno en su manifestación de vida. Le ha dado el aviso de que no debe generar más vibraciones negativas, y que debe de Vivir en forma totalmente opuesta a lo que ha venido haciendo. Empieza a vivenciar y a sentir que es más que un yin y un yang y que es Unicidad con el Todo. Comienza a Vivir en la Consciencia Cósmica de la Creación.

No hay, pues, un Juicio más Allá. El Creador no nos juzga. Él no nos pone en contenedores de “bien” o “mal”, no nos pone en escalafones de “bueno” o “malo”. No encumbra a su lado a los que lo han hecho “bien” y al resto los tira al cubo de la basura. NO.

El sentido de este post de “El Ojo de Uno Mismo” es que cuando juzgamos, prejuzgamos, cuando cerramos nuestra mente al Resto, lo que estamos creando es un duro juez en nosotros mismos. Este juez creado por nuestra falta de apertura será el que nos impulse, quizás una y otra vez, una y otra vez… a “recrear” los escenarios de vida que nos conduzcan a las Aperturas. A crear los “escenarios de vida” necesarios, hasta que sepamos abrir las Cortinas del teatro y ver que tras ellos no Hay nada, porque tras ellos está el TODO.

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(*) Sobre ángeles y demonios: Muchos dirán que sí existen las batallas entre los ángeles y los demonios. Cierto, pero estas batallas son todas libradas a nivel de nuestro plano. Son las fuerzas que se unen entre sí para crear distorsiones en lo que denominamos “bien y mal”. Es lo que hemos estado creando en nuestro nivel dimensional.

Otros dirán que hasta han visualizado “batallas de ovnis”. Mi pequeña o humilde “experiencia” me lleva a “entender”, que nuestra dimensionalidad está bastante limitada. Que, de momento, todo se “cuece” como a bastante “ras de suelo”… Que sí… que hay Seres Superiores, llámemosles como les llamemos, y que, además, son nuestros Guardianes, que están “vigilando” por nosotros, por cada uno de nosotros, pero que somos “libres” de llamarles o no. Podemos, por tanto llamarles a Ellos, o bien llamar lo que más vibracionalmente tenemos a mano. Si nuestro “yo” limitado considera que podemos acceder a los Ángeles, entonces ellos se acercarán hasta nosotros para darnos el Conocimiento y la ayuda necesaria. Si nuestro “yo” limitado considera que hemos de llamar a esa otra distorsión del Mal mismo que puede aparecer en toda su plenitud, entonces será esa distorsión la que tome Cuerpo ante nosotros. Pero… pero esta distorsión, como distorsión misma que es, no es Creadora, no puede viajar hacia el Todo, si acaso sólo puede hacernos viajar hacia nuestros propios infiernos… y allí nuestro Juez Interior será el que nos ponga en la balanza una y otra vez, en la rueda (quizás infinita), hasta que lleguemos a nuestra Luz o… ¿por qué no?… hasta nuestra Negación eterna.