Archivo diario: 13 de marzo de 2013

Dogen Zenji, el padre-maestro del Soto Zen

Dogen perdió a su padre cuando tenía dos años y a su madre cuando tenía siete. En medio de esa pena y de la soledad se dio cuenta de la fragilidad de todo lo mundano. Tras la muerte de su madre lo adoptó su tío, un poderoso aristócrata que quiso convertirlo en su heredero. Tenía 12 años cuando se enteró de los planes que de su tio huyó de la casa antes de la fecha fijada para los ritos de la pubertad que marcarían su entrada a la vida secular y, en cambio, se acercó a otro tío más joven que vivía como ermitaño al pie del monte Hiei. Ahí entró en un monasterio y se consagró por completo a la vida religiosa y al estudio de las escrituras sagradas.


En el siglo XIII, Dogen, viajó a China, determinado a encontrar a su verdadero maestro. Allí él encontró a un monje que le enseñó que sentarse en meditación zen es el camino verdadero y unico a la iluminacion. Iluminado regreso a Japón, para dedicar su vida a iniciar y enseñar el Budismo del zen, inspirando a millones de budistas del zen que hoy lo practican en todo el mundo. — Fuente Youtube

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Biografía de Dogen Zenji.

Fuente: http://www.zazen.es/mmdogen.html

Dogen (1200 d.C. – 1253 d.C.) nació en una familia aristocrática que mantenía estrechos lazos con el emperador japones, comenzó a estudiar budismo en la secta Tendai, en el monte Hiei. Insatisfecho con los resultados, Dogen comenzó a estudiar la doctrina Rinzai con Eisai, fundador de esta escuela en Japón. Como los resultados tampoco eran los esperados, se marchó a China en el año 1223. Allí continuo estudiando la doctrina Rinzai con varios maestros chinos de esta escuela, sin embargo, sintiendo que la auténtica doctrina de Buda y Bodhidharma se había perdido, abandonó su búsqueda y decidio regresar a su pais.

En ese momento existían cinco sectas Zen diferentes: Soto, Ummon, Honen, Obaku y Rinzai por lo que la enseñanza estaba muy diluida e incluso presentaban contradicciones en los métodos de enseñanza entre una secta y otra.

Cuando Dogen estaba a punto de marcharse, tuvo un encuentro con Nyojo Tendo, un maestro de la secta Soto junto al que permaneció tres años. El 1227, poco antes de morir, Nyojo concedió el Shiho a Dogen, reconociendo así su iluminación.
 
Dogen volvió a Japón ese mismo año con una única enseñanza, el Shikantaza, es decir, la posición sentada en concentración. Sin koans, ni haikus, ni kensho, sin nada, únicamente sentado en la posición adecuada y con la máxima atención, Moshotoku (sin objetivo ni beneficio alguno), Dogen abandonó su cuerpo físico (falleció) durante la noche del 28 de agosto de 1253 a la edad de 53 años mientras contemplaba la luna.
 
Dada su prolífica obra y las características de la misma, es importante resaltar algunas cuestiones sobre ella. Aún siendo un pensador original y único en la historia de la cultura oriental, Dogen negaba cualquier sugerencia de que estuviera fundando una nueva corriente –o tan siquiera que perteneciera a una secta–. Aunque hoy pueda sorprender, repudiaba la denominación «SOTO ZEN» y se consideraba a sí mismo apenas un Budista.

En realidad, su filosofía es la tarea de recuperación de la esencia del espíritu original de la enseñanza del Buda Sakyamuni (según las traducciones también puede aparecer como Sakhiamuni), y su vida fue la materialización del alcance de esta meta.

Dogen expuso la llama viva y fundamental del Budismo, encendida entre las cenizas de las tradiciones y rituales que la ocultaban: las discriminaciones, que la mente racional impone a nuestra visión del mundo, nos impiden ver la realidad.
Para él no hay diferencia esencial entre monjes y laicos, entre lo Profano y lo Sagrado, entre los seres animados y los inanimados, entre la Iluminación y la Ilusión, entre Samsara y Nirvana, entre el individuo y el mundo, entre Buda y sus fieles, entre los sutras y los objetos de la vida cotidiana, entre ritual y sentimiento – así como no existe diferencia entre el Ser y el tiempo ya que, en este universo impermanente, ser es devenir. 

Al deshacer la barrera entre lo Mundano y lo Sagrado, Dogen sacralizó la vida profana. La vida común y cotidiana pertenece al Satori –se podría decir todavía de modo más apropiado, que és el Satori–. Siendo así, Dogen presta la misma importancia al acto rutinario que al ritual solemne, transformando las acciones banales (cocinar, comer, tomar té, asearse, limpiar) en oportunidades únicas y trascendentales de realización reiterada y continua del Dharma, en instantes de reafirmación del Satori. Dogen fue el primero en vislumbrar y en explicar claramente que no existe un minuto de la existencia que no sea una expresión viva de la realidad de la Iluminación intrínseca de todos los seres.
 
De este modo, las palabras de Dogen se presentan al estudioso como una experiencia renovada de lectura: nada de lo que él escribe es tan sólo lo que aparenta ser, aún cuando escribe al respecto de cosas que consideramos como triviales o sin importancia.  Absolutamente todo el trabajo de Dogen tiene un sentido más profundo, aún cuando enseña reglas de comportamiento para el uso de los baños o para servir la mesa.  Una de sus obras más cortas pero también de las más importantes y curiosas, es el Tenzo Kyokun, un manual de instrucciones para el cocinero del templo (el «tenzo»). Efectivamente, en el Tenzo Kyokun, mientras prescribe el número correcto de reverencias antes de servir la comida y la manera adecuada de limpiar el arroz antes de cocinarlo, Dogen está enseñando una profunda filosofía de vida, no sólo de relevancia en las cocinas de los monasterios, sino también en las cuestiones cotidianas de la vida de todos nosotros.
 
Para Dogen, todos los hombres están intrínsecamente dotados de la Naturaleza Búdica y de la Iluminación; y su única misión debe ser descubrir por sí mismos este hecho. Y para ello son fundamentales los principios de la ética Budista y la meditación. Para Dogen, ética, conocimiento y meditación son una sola cosa, los componentes de la práctica budista. Ninguno de esos elementos tiene sentido sin los demás.
 
Contrariamente a la creencia popular, para Dogen la Iluminación está al alcance de todos, monjes y laicos de hecho todos ya la poseen. En su imprescindible obra Fukanzazengi («Recomendación para la práctica universal del zazen»), Dogen propone la práctica tanto para laicos como para monjes. Dogen fue un escritor sofisticado y un pensador original no siempre fácil de comprender. Así como eliminó la separación entre lo Sagrado y lo Profano, para él las palabras (o símbolos) constituyen también objetos y conceptos, instrumentos útiles en la obra de transformar el entendimiento del lector y aproximarlo al Dharma. Su estilo es denso, muy difícil de traducir, pues utiliza peculiaridades de la lengua y de la escritura de su tiempo para desplegar razonamientos a veces inesperados.
Dejó una obra relativamente extensa de la cual sobresale el mencionado Fukanzazengi y Shobogenzo, un libro compuesto por noventa y cinco ensayos sobre los más variados asuntos de la doctrina budista y de la vida práctica de los monjes y laicos.
 
Su enorme aportación filosófica, hace que Dogen sea considerado, aún hoy día, como uno de los más grandes pensadores de Japón.

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Zen, la vida de Dogen

 

El Tamaño de las personas

SECTAS = personas (Pherson) dominadoras de los demás

Bueno es tener presente, y no olvidar, los distintos tipos de DOMINIO de las personas sobre LOS SERES HUMANOS.

No sólo los gobiernos, los políticos, los sectarios, los religionarios se dedican a esta asqueante actividad: el dominio de los demás.

Muchos dirán que quienes lo hacen son personas que están en su pulso cerebral, que no tienen «enfermedades», pero, franca, sencillamente, pienso, creo y siento y por ello denuncio que este tipo de personas anda por demasiadas partes. La flor y nata del dominio (consentido o no) son las sectas. También hemos de tener en cuenta que en estos sectores caen gentes muy necesitadas (no precisamente de ayuda económica), sino de otras necesidades que no han sabido rescatar en su vida propia por no encontrar sentido en ella, por lo tanto se decantan hacia una especie de líder o gurú, alguien a quien ellos ven como «superior»… de hecho se autodenominan y se hacen llamar a sí mismos y por boca de otros: «maestros». ¡Cuidado! Sólo hay un Maestro y es tu Maestro Interior: La Luz con la que fuiste/fuimos depositados a la Vida para poder vivenciar lo maravilloso de nuestra Existencia: solos, en comunidad con los demás o en Comunión con el Cosmos.

Este «mundo», arroja, cada dos por tres basura porque los sistemas crean deficiencias, deshacen el mundo interior espiritual de los seres humanos… y, ya se sabe, a esta basura acuden las moscas, las cuales llaman con su aletear a las demás, diciendo que ese montón de estiércol es un «mundo perfecto» donde habitar, por lo menos ellos.

Claro, hay quien no entra en esas secuencias-vibratorias del manejo de lo ajeno, hay quienes perciben, desde el primer momento, que eso no está limpio, que hay basura y estiércol.

Voy a ir mucho más allá: tras estas sectas sólo está el poder, el enriquecimiento, el buscar esclavos latentes, el empoderamiento de las almas ajenas, convirtiéndolas en nada o en trapos de uso y reciclaje.

Pero, ¡cuidado! porque considero que esto es una enfermedad o desviación de la psique  humana: nadie que Ame a los demás, jamás tenderá a su dominio, ni en su más mínimo grado: TODOS SOMOS LIBRES = RESPETO Y NO-INJERENCIA, aunque veamos que hay quien está empeñado en tirarse por un barranco: es su libre albedrío, sólo podemos ayudar, estar, hablar, amar, enseñar, pero jamás forzar, y mucho menos «moldear» a los demás a nuestro gusto y requerimiento.

No pongo el vídeo  ya que está anulada su inserción, os remito al canal de Youtube para que conectéis, es un reportaje sobre el autollamado «maestro amor», y lo pongo con minúsculas. Se trata de la comunidad MeditaZen en Argentina.

http://youtu.be/Ror8_F507tQ

A través de este post deseo, no sólo que quienes disfrazan de corderos sus actividades, queden expuestos a nuestro análisis crítico interior, sobre todo, jamás caer ni en esas redes o sectas, y, por supuesto, bajo el dominio de ningún «dominador», ya que hay demasiados, demasiados, demasiados, a nivel de calle, en cualquier esquina, en los trabajos, en los puestos ya de por sí «dominantes» o de «poder»; pero, como ya digo, estos personajes te los puedes encontrar hasta en la sopa, disfrazados de «ángeles salvadores», y practicadores de la «sanación del alma», cuyo final es totalmente opuesto. Sólo podemos hacer, aunque nos encontremos muy «mal» psicológica, álmica o espiritualmente, apartarnos,… a veces para Sanar basta con alejarnos durante un tiempo, prudente o mayor, del envoltorio contextual de la sociedad donde nos encontramos habitando por fuerzas mayores o por decisión propia-voluntad,…  El Silencio, el apartamiento, el contacto con la Madre Naturaleza, nos dará las respuestas que andamos buscando y nos llenará del vacío que necesitamos llenar, porque no sólo somos entes biológicos y si no cumplimos nuestra llamada interior espiritual: nuestro matrimonio con la Creación misma, nos vacíamos y buscamos (por la vía fácil) quien la llene.

Llevemos pues atención a quienes nos rodean, si eres intuitiv@, sabrás que algo «no anda bien», que quien te trata de caramelar lleva intenciones ocultas. Hemos de estar Serenos pero Alertas, y saber que, en los casos en que nos encontramos realmente perdidos y dolidos, debemos encontrar nuestra Senda pero esa respuesta se nos dará por parte del Cosmos mismo, las «coincidencias», los «encuentros fortuitos», se trata de poner en marcha los mecanismos de las «Respuestas».

No hemos de renunciar a ningún Conocimiento porque él nos lleva a la Sabiduría, pero jamás deberíamos alimentar a esas personas disfrazadas de «bondad» que, a la larga, terminan proponiéndote cosas que no «encajan», usando la vía de la culpabilidad, del hacerte sentir egoísta y otras definiciones que usa la psicología barata.

Denunciar, aunque sea a tu propio padre (biológico), tu madre (biológica) o tu herman@ (biológica), tu «marido»/»mujer», o tus parientes, vecinos o «compañeros» de escuela es necesario,  ya que en este apartado también entran los maltratadores psicológicos y del alma, aquellos que te dominan destruyéndote y haciéndote sentir como un trapo sucio, o como, simplemente, un@ loc@.

Un abrazo, deseando que sea siempre vuestro equilibrio interior quien nivele la balanza de las respuestas y descubra, sino las verdades, por lo menos las mentiras y manipulaciones.