Empeñados en amasar pasteles amargos y tortillas de refritos de las sobras de algo, llamado “mundo”, un algo cuya amalgama nos viene dada desde hace miles de años atrás. Es la retorta amarga del crisol del latir de la humanidad, empeñada en lo que no es y que, aferrada a una materialidad desbocada y sin sentido, ha creado un mundo incoherente y destructivo, donde aparentemente todos “convivimos”, donde aparentemente todos “podemos ser libres”, donde aparentemente todos (puede) tenemos las mismas oportunidades en todos los aspectos, no sólo para el crecimiento interior, sino para la supervivencia más brutal en esta Existencia.
¿Estamos en lo correcto? Que cada cual escoja su propia respuesta ya que evaluará su existencia propia de acuerdo a unos conceptos que ha ido adquiriendo desde que nació, a una serie de “valores”, que no son ni menos ni mejores que el síndrome de Pavlov (correr tras el trozo de carne con la boca babeando por el hambre), las más de las veces. En este conjunto lineal del sentir humano se desarrolla un drama interior, que muchas veces aboca, hasta con la máxima expresión de agresividad, hacia el exterior…
Ahora, son pocos los humanos que realmente son “libres”, si por ello entendemos el sentido de la Armonía y de la Paz más absolutas con uno mismo… todo y así, quienes saben lo que quiero expresar, tienen que terminar por crear un halo frente al mundo, una capa que lo envuelva y que lo aísle de ese drama continuo que es un borbotear constante y sin sentido.
Hay veces en las que no hay más remedio que dejar al “mundo”, y a sus personajes, correr; no hay más sentido que dejar andar al que es posible que ande equivocado; no hay más remedio que dejar a los ciegos caer por el precipicio; no hay más decisión correcta que es la de dejar a los demás que se equivoquen, que lloren, que se emborrachen, que se droguen, que hasta incluso que roben, o que disipen su vida en el interior de una pegajosa niebla donde tendrán que ser ellos los que se den bruces en el suelo… No hay más respuesta que ésa: no se puede forzar a nadie, ni hacer ver lo que ellos no desean ver, ni cambiar lo que ellos no desean cambiar, ya que es su elección…
Nos duela o no así es, y en el Respeto hemos de dejar IR, no involucrarnos, ya que hasta incluso en esa feroz rueda podemos ser nosotros los aplastados por esas circunstancias… comprender a Tiempo y dejar IR, es nuestra conciencia y nuestra Consciencia y nuestro Amor Desinteresado, ya que debemos seguir amando lo que a nosotros nos ha sido Dado… y agradecer, si no en conjunto, sí individualmente y por nosotros, nuestra propia Existencia… no dejarse atrapar en la rueda del absurdo es también cuestión de Amor Desinteresado… porque este apartarse sólo puede llegar a significar, si llega el caso, hasta incluso el poder tender nuestra mano humilde y blanca de nuevo si así nos es solicitada y en el momento en que realmente sea requerida. Dejar ir, no aferrar, no aferrarnos ni intentar llevar a otros caminos que no sean los escogidos por el otro, es símbolo de Amor Incondicional.
Estas reflexiones nacen de un sentido profundo, de un sentimiento, en que ha habido momentos en que he sufrido, o por lo menos he sentido tristeza, viendo que hay una gran parte de esta humanidad que actúa y se comporta inconscientemente, con un ego elevado, con un egoísmo tan acentuado que más que humanos me ha parecido un nido de serpientes, donde todas envueltas en un pequeño espacio luchan, hechas una madeja, mordiéndose unas a otras con el afán de matarse uno al otro para obtener ese pequeño “espacio” conquistado… Pero es que esto, tengo que reconocerlo, también se da con otras criaturas de la Naturaleza: la lucha feroz por la supervivencia. Nosotros, los humanos, como especie hasta ahora, NO hemos evolucionado de forma o en tiempo real a lo que se nos ha dado: la capacidad cognitiva, una mente o un cerebro complejo capaz de realizar cosas y tareas artificiales, a diferencia del resto de las especies. Y es que hemos usado mal esta capacidad, volviéndose la mayor parte de las veces en contra y estando en la balanza con desequilibrios realmente descompensados.
Lo grave de todo esto es que quien ha estado, o está, dijésemos “al mando” ya que lo justo es decir el “poder”, tal cual están ahora las cosas, se trata de individuos no preparados, pertenecientes y con los mismos desequilibrios del resto. Esto es lo que ha agravado terriblemente la situación humana llegado hasta nuestro presente. La ausencia, no de líderes (ya que, y espero, dejen de existir), sino de seeres preparados para saber llevar o “conducir” en los primeros pasos a una humanidad que no sabe andar, es más que evidente; humanidad que, además, elucubrando en que ha sido dotada de cosas extraordinarias, ha estado errando esos pasos.
Tanto en estas latitudes como en las que nos son más próximas, entonces, sí, a veces no hay más remedio que dejar al ciego que se caiga por el precipicio, no hay más que dejar andar a los cojos y ciegos por el camino que ellos mismos se han trazado. Apartarnos de ese camino a tiempo para dejar que sean ellos quienes encuentren sus propios precipicios, es también nuestra parte de Amor incondicional, ya que aunque a veces nos duela, hemos de dejarlos IR.
Escucha siempre tu Voz Interior, sigue a tu Maestro Interno, nadie como él estará ahí presente para afrontar todos tus momentos: los mejores, los peores, los regulares, y hasta los de vacío cero, porque con él jamás encontrarás ese vacío ni sentirás incurrir en errores, ni que estés tratando de aferrar nada ni a nadie, sino todo lo contrario…
A veces dejar morir simbólicamente, también es dejar crecer la Vida misma porque en ello va implicito el Respeto a toda la Existencia.
Un abrazo